Jane Eyre, Anne Elliot, Emma Woodhouse, las hermanas Bennet y las hermanas Dashwood comparten entre ellas varias características, son todas personajes de novelas británicas que han pasado a ser parte del canon de la literatura occidental. Las autoras que las crearon –Charlotte Brontë y Jane Austen- fueron, por coincidencia, hijas de clérigos y mujeres educadas lejos de grandes centros urbanos. La circunstancias tanto de las autoras como de sus heroínas, formaron en ellas personalidades independientes y fuerte que no siempre se dejaron seducir por los convencionalismos sociales. Entre muchos otros aspectos su representación de la belleza femenina está incluida en su independencia de carácter.
En la novela de Charlotte Brontë, Jane Eyre tiene una infancia difícil, educada de manera rigurosa muy pronto trabaja como institutriz. En la novela, la estética de sus vestidos oscuros, su pelo negro peinado de manera sencilla y su tez pálida es objeto de burlas por otras mujeres que de acuerdo con los convencionalismos sociales de su época tienen peinados elaborados, así como maquillaje y vestidos coloridos. Sin embargo Jane mantiene durante toda la novela su estética pálida y su personalidad fuerte y silenciosa; con felices consecuencias al final.
En “Persuation” de Jane Austen, Anne Elliot es descrita como de cabello oscuro y tez pálida, su tranquilidad de carácter contrasta con el de otras mujeres de la novela, ella es al tiempo una joven activa y sociable, pero diferente desde muchos puntos de vista. Emma Woodhouse es la protagonista de la novela del mismo nombre, llena de alegría Emma tiene los recursos suficientes para comprar cualquier objeto de la última moda de su tiempo, sin embargo prefiere los vestidos sencillos y claros en verano y muy pocos ornamentos. Elizabeth Bennet, la protagonista de “Pride and Prejudice” no solo contradice a su madre en convenciones matrimoniales, también en colores de maquillaje, peinados y cultura. Finalmente en “Sense and Sensibility” cuando Elinor y Marianne Dashwood visitan Londres, la sencillez de sus vestidos, peinados y maquillaje es objeto de comentarios malintencionados, sin embargo, particularmente Elinor con su seguridad y tranquilidad enamora a cualquier lector.
Pensar que todas las mujeres en la Inglaterra del siglo XIX participaban de la misma representación estética de la palidez es alejado de la realidad. Como respuesta a la generalizada tez blanca de la mayor parte del país mucha mujeres respondieron recargando su maquillaje, en particular con rubores de colores encendidos. Sin embargo las novelas de dos autoras inteligentes y sensibles nos demuestran que existieron mujeres que prefirieron la palidez, no solo como un estándar de belleza, sino como una parte fundamental de su personalidad.
Texto: Rafael Tamayo Franco (PhD en Historia, Universidad Nacional de Colombia)